viernes, 6 de noviembre de 2009

LOS PRESIDENTES DE CHILE QUE MARCARON A GABRIELA MISTRAL

En el libro “Siete presidentes de Chile en la vida de Gabriela Mistral” Jaime Quezada revisa el rol que tuvieron mandatarios como Carlos Ibáñez del Campo o Pedro Aguirre Cerda en la vida de la poeta.



"Mistral tenía una veta muy pública, social y ciudadana", dice el poeta Jaime Quezada. Esta idea y el inmenso material que ha guardado después de cerca de cuarenta años de investigación mistraliana, lo movieron a publicar "Siete presidentes de Chile en la vida de Gabriela Mistral" (Catalonia).

Quezada, Presidente de la Fundación Gabriela Mistral, lo llama "un recorrido histórico a través de los ojos de ella", porque el libro se compone de siete capítulos, cada uno dedicado a algún presidente de Chile que haya sido significativo en la vida de la poeta: así están José Manuel Balmaceda, Arturo Alessandri Palma, Pedro Aguirre Cerda, Juan Antonio Ríos, Gabriel González Videla, Carlos Ibáñez del Campo y Eduardo Frei Montalva. Breves estudios sintetizan la relación entre cada mandatario y Mistral, y luego artículos o cartas de ella la explicitan.

Porque la principal fuente de "Siete..." son las mismas palabras de Gabriela Mistral. Gran parte se trata de artículos publicados en diarios o revistas de Chile, Argentina, Colombia, Costa Rica, y otros. También hay cartas a los mismos presidentes, y correspondencia a otras personas o entrevistas públicas en las que habla de los mandatarios.

El primero de la lista es Balmaceda, bajo cuyo gobierno nace la poeta en 1889. Mistral lo conoció por fotografías que la gente mantenía después en sus casas. "Y ella le preguntaba al zapatero, ¿Por qué tiene ese retrato ahí?", cuenta Quezada. "Así se interiorizó en el personaje hasta hacerse, a distancia, una Balmacedista de corazón".

Distinto fue con Alessandri Palma. Quezada relata que no lo miraba con buenos ojos, sobre todo en su primer período. Lo considera demagogo. "Luego se da cuenta que él era el único que podía poner mano firme a la fronda política que teníamos en el país". Y será él quien envíe al Congreso el proyecto para convertir a Mistral en cónsul vitalicia. "Usted está en el pan de cada día de su paisana, que no es una ingrata", le diría la poeta.

Aguirre Cerda fue su amigo desde antes de sus tiempos de presidente. Ella vivía en Los Andes, cerca de un fundo de él, y cuando supo que tenía en su camino a un diputado que además era educador, decidió conocerlo. "No tuve yo en toda mi vida chilena, mano tan protectora y amistad tan larga y fiel como la de don Pedro", diría Mistral después de la muerte de éste. "Por él y por Eduardo Frei Montalva es por quien expresa más admiración y fidelidad", dice Quezada. Claro que a este último no lo alcanzaría a ver como presidente.

"Pero de todas, probablemente la relación más interesante es con Ibáñez del Campo... es uno de los personajes centrales en la vida de Mistral", afirma Quezada. "En su primer período, le suspende su pensión de gracia. Eso le provoca un gran encono y pasa a ser su enemigo. Es muy belicosa y se convierte en una obsesión prácticamente toda su vida". Sin embargo, para suplir esta carencia monetaria, se vuelca a escribir artículos para la prensa y así desarrolla gran parte de su prosa.

Lo anecdótico, cuenta Quezada, es que este enemigo es quien luego consigue que venga al país en 1954, por primera vez luego de haber obtenido el Nobel, y él mismo la recibe en el palacio de La Moneda vestido de uniforme. Luego, será él también quien la sepulte en Chile.

2 comentarios:

Eva Magallanes dijo...

Las vueltas de la vida... y en el caso de la Mistral, puchas que tuvo vueltas... tanto por lo viajera como por su mundo interno.

¡que estés bien!

Luisa García dijo...

Viajera con una dosis de hipocondria, Patiloca se autodenominaba, siempre buscando un clima adecuado a sus achaques, aun así, Gabriela sigue siendo GRANDE!!! sin duda. Saludos, saludos.