domingo, 27 de septiembre de 2009

WALTER BENJAMIN - 15.Jul.1892 - 27.Sept-1940

Foto: Memorial Passagen de Dani Karavan.
En memoria de Walter Benjamin y los exiliados europeos de 1933 a 1945.



EL ENIGMA DE WALTER BENJAMIN

Por F. Javier Sigüenza Reyes

El 25 de septiembre de 1940 Walter Benjamin llegó a Port-Vendres, en busca de Lisa Fittko - una berlinesa antifascista que ayudaba a los refugiados a cruzar la frontera franco española. Frau Fittko explicó a Benjamin que los caminos se había vuelto inseguros debido a la constante vigilancia de los gardes móviles – la policía francesa que colaboraba con la GESTAPO – no obstante, había un viejo camino de contrabandistas que todavía era seguro: la route Lister. El camino implicaba varios riesgos desconocidos, pues Frau Fittko sólo tenía un croquis que le había hecho el alcalde monsieur Azema y aún no había sido utilizado para ayudar a los refugiados. Llevaba además a la parte más alta de la montaña, lo que significaría para Benjamin un esfuerzo muy penoso, ya que padecía de trastornos cardíacos. Benjamin aceptó sin el menor titubeo, pues el verdadero riesgo – dijo – sería no ir.

Al día siguiente hicieron un viaje de reconocimiento junto con la Señora Gurland y su hijo Joseph, que también huían de la barbarie del nacionalsocialismo. Durante el camino Frau Fittko observó que Benjamin llevaba una cartera que parecía muy pesada, así que le ofreció ayuda y le preguntó porque la traía consigo, si sólo era un paseo. Benjamin contestó que adentro estaba su último manuscrito, que de ninguna manera podía caer en manos de la GESTAPO, que era incluso más importante que él mismo.

Continuaron con el trayecto hasta llegar a una parte despejada junto a un gigantesco risco. Descansaron un momento y cuando se disponían a regresar Benjamin dijo que él se quedaría allí, pues ya había hecho la tercera parte del camino y si regresaba al pueblo, lo más probable es que su corazón no resistiera hacer nuevamente el trayecto y continuar hasta la frontera, así que lo mejor era esperarlos en ese lugar. De nada sirvieron los ruegos Frau Fittko y Frau Gurland, Benjamin permaneció esa noche a la intemperie y los tres regresaron al pueblo. Al día siguiente salieron muy temprano para confundirse con la gente del campo; caminaban aprisa y un tanto agitados. Al llegar al lugar en donde se había quedado Benjamin lo encontraron recostado y él los recibió con una amable sonrisa. Iniciaron el trayecto entre caminos lisos de piedra y bajo un intenso calor, subieron por las vides y las veredas inclinadas; Benjamin caminaba pausadamente y descansaba cada cierto tiempo, para no agotar todas sus energías –decía. Finalmente, después de diez largas horas de camino, y con un Benjamin desfalleciente, llegaron a la parte más alta de la montaña desde donde es veía el pueblo catalán de Port Bou, que era donde podrían tomar un tren hacia Lisboa. La señora Fittko se despidió y el pequeño grupo empezó el descenso.

Al llegar al puesto fronterizo se les informó que una orden de última hora de Madrid prohibía a la gente sans nationalité cruzar la frontera; así que se les permitiría pasar esa noche en el hotel del pueblo y al día siguiente serían entregados a un campamento de francés. De nada sirvieron los ruegos y la desesperación de los refugiados, la decisión estaba tomada, así que Benjamin y los demás se dirigieron al Hotel Francia desesperanzados y con la certeza de que serían entregados a la GESTAPO. Sin embargo, parece como sí Benjamin hubiera pensado en todas las posibilidades si no lograba pasar la frontera, pues llevaba consigo una gran cantidad de morfina, suficiente para quitar varias vida;: esa misma noche ingirió una fuerte cantidad. A las siete de la mañana del día siguiente Benjamin llamó a la señora Gurland y le dio una carta para su amigo Adorno, momentos después perdió la conciencia. Benjamin murió la madrugada del 27 de septiembre de 1940; paradójicamente al otro día se permitió el paso hacia España a sus compañeros de viaje, por lo que el grupo de refugiados se sentía aún más consternado por su suicidio. En realidad, Benjamin creyó que había agotado todas sus posibilidades. Ya antes había intentado evadirse en un barco mercante haciéndose pasar por marino, junto con su amigo Fritz Fränkel. Naturalmente el andar pausado y su figura de intelectual, detrás de los grandes cristales de sus lentes no le ayudaron mucho; fueron descubiertos, aunque afortunadamente para ellos no fueron detenidos. Por otra parte, tan sólo la idea de regresar a un campo de trabajos voluntarios, en el que ya había estado internando antes, o ser entregado a la GESTAPO, era quizás ya suficiente motivo para no aferrarse a una vida, más parecida a la muerte.

El escrito que tanto protegía Benjamin está perdido para siempre. Gershom Scholem considera la posibilidad de que el texto haya sido un avance significativo de La obra de los pasajes (Das Passagen-Werk), la obra cumbre de Benjamin que no llego a concluir. Una obra que pretendía hacer una lectura crítica de la historia, desde una concepción filosófica materialista, construida con la máxima concreción, a partir de los resabios culturales de los pasajes del París del siglo XIX: la moda, las galerías, las vitrinas; y sus figuras prototípicas: el flâneur, la prostituta, el poeta, los conspiradores. Sin embargo, según los informes de la policía fronteriza española, que obtiene Max Horkheimer años más tarde, no había ningún manuscrito grueso dentro de la maleta que afirme la suposición de Scholem, aunque es probable que con la caligrafía diminuta de Benjamin la cantidad de folios no necesitaba ser muy grande. Rolf Tiedemann, en cambio -editor de Das Passgen Werk, publicada póstumamente en 1982 - considera que en realidad el manuscrito era otro texto, el último que Benjamin redacto antes de su muerte y el cual intitulo: Sobre el concepto de historia (Über den Begriff der Geschichte).

La tesis Sobre el concepto de historia, o Tesis de filosofía de la historia como las titularía Adorno para su primera publicación, constituyen uno de los legados más inquietantes y ricos para el pensamiento crítico del siglo XXI. Bolívar Echeverría no se equivoca al afirmar que quizás sean las tesis más importantes después de las Tesis sobre Feuerbach de Marx. Ese es quizá el motivo primordial por el que el autor de El discurso crítico de Marx le ha dedicado una parte importante de su reflexión a la obra de Benjamin en general y a las tesis Sobre el concepto de historia en particular. A Bolívar Echeverría debemos la única traducción completa al castellano de las tesis, con sus múltiples variantes y notas, incluida la versión que años más tarde encontró Giorgio Agamben en la Biblioteca Nacional de París – que Benjamin había dejado a resguardo de George Bataille.

Bolívar Echeverría es también el compilador, introductor y ensayista de la reciente publicación: La mirada del ángel. En torno a la tesis sobre la historia de Walter Benjamin. Publicado por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y editorial Era, el libro reúne una serie de ensayos de varios autores que desde perspectivas diversas abordan las enigmáticas tesis Sobre el concepto de historia. Los diferentes ensayos acercan al lector a una diversidad de temas que pueden encontrarse en las tesis, no para agotarlos o resolver los problemas que plantean, sino para invitarle a la reflexión sobre el concepto mismo de la historia en la modernidad, la idea de progreso que le es inherente, su concepción lineal de la temporalidad que le corresponde. Aunada a ello, los ensayos abordan la aguda crítica de Benjamin a la socialdemocracia alemana y al socialismo soviético que no fueron capaces de distanciarse de dichas ideas y conceptos, y que terminó por fundamentar una ciega práctica política que entra en empatía con los dominadores de hoy. Historia, tiempo y memoria, son los hilos conductores del libro en su conjunto, aunado a la reflexión sobre el arte que tanto lugar ocupa en la obra de Benjamin, reflexión que se expresa en imágenes alegóricas, metáforas e imágenes dialécticas – siempre con un fuerte contenido crítico y con un profundo deseo dirigido a la redención/revolución.
Fuente:

http://www.bolivare.unam.mx/comentarios/javier.html

sábado, 26 de septiembre de 2009

ALEJANDRA PIZARNIK

                                                                    Alejandra Pizarnik


LA ENAMORADA



Esta lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra alejandra no lo niegues.

hoy te miraste en el espejo
y te fue triste estabas sola
la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió

enviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado

oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú

te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!



SALVACIÓN


Se fuga la isla
Y la muchacha vuelve a escalar el viento
y a descubrir la muerte del pájaro profeta
Ahora
es el fuego sometido
Ahora
es la carne
la hoja
la piedra
perdidos en la fuente del tormento
como el navegante en el horror de la civilación
que purifica la caída de la noche
Ahora
la muchacha halla la máscara del infinito
y rompe el muro de la poesía.



FRAGMENTOS PARA DOMINAR EL SILENCIO
Las fuerzas del lenguaje son las damas solitarias, desoladas, que cantan a través de mi voz que escucho a lo lejos. Y lejos, en la negra arena, yace una niña densa de música ancestral. ¿Dónde la verdadera muerte? He querido iluminarme a la luz de mi falta de luz. Los ramos se mueren en la memoria. La yacente anida en mí con su máscara de loba. La que no pudo más e imploró llamas y ardimos.



II
Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras no guarecen, yo hablo.
Las damas de rojo se extraviaron dentro de sus máscaras aunque regresarán para sollozar entre flores.

No es muda la muerte. Escucho el canto de los enlutados sellar las hendiduras del silencio. Escucho tu dulcísimo llanto florecer mi silencio gris.






III
La muerte ha restituido al silencio su prestigio hechizante. Y yo no diré mi poema y yo he de decirlo. Aún si el poema (aquí, ahora) no tiene sentido, no tiene destino.




Alejandra Pizarnik nació en Buenos Aires, el 29 de Abril de 1936, en una familia de inmigrantes de europa oriental. Estudió filosofía y letras en la Universidad de Buenos Aires y, mas tarde, pintura con Juan Batlle Planas. Entre 1960 y 1964, Pizarnik vivió en París donde trabajó para la revista "Cuadernos" y algunas editoriales francesas, publicó poemas y críticas en varios diarios, tradujo a Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimé Cesairé, e Yves Bonnefoy, y estudió historia de la religión y literatura francesa en la Sorbona. Luego de su retorno a Buenos Aires, Pizarnik publicó tres de sus principales volúmenes, "Los trabajos y las noches", "Extracción de la piedra de locura" y "El infierno musical", así como su trabajo en prosa "La condesa sangrienta". En 1969 recibió una beca Guggenheim, y en 1971 una Fullbright. El 25 de septiembre de 1972, mientras pasaba un fin de semana fuera de la clínica siquiátrica donde estaba internada, Pizarnik murió de una sobredosis intencional de seconal.










domingo, 20 de septiembre de 2009

HUMBERTO DIAZ CASANUEVA - Ensayo

SOMBRAS Y ENTRESOMBRAS DE LA POESÍA CHILENA
Editorial. Barlovento, Santiago de Chile 1952, pp. 74.

Pepita Turina

La intelectualidad y la filosofía de HUMBERTO DÍAZ CASANUEVA

Y, en este círculo vicioso de explicaciones, temo haberme sobrepasado sin detenerme, sin haberme detenido ya, que es tiempo, en alguno de nuestros poetas.

No será Neruda ni Huidobro, que seguramente son los esperados, los incansablemente esperados. ¿Por qué siempre se quiere que se nos hable de lo más sabido?

No me detendré en ellos ni un momento más que el de haberlos nombrado.

Me detengo en la voz peculiar de HUMBERTO DÍAZ CASANUEVA.

¿Acaso con él empieza el ciclo vital de ha poesía obscura en Chile? No; no es con él, pero no importa. Este poeta y su tránsito marcan un surco y en él me he detenido primero.

Humberto Díaz Casanueva no es de los poetas que enamoran, sino de los que hacen pensar. Ninguna niña debe tener sus poemas en su álbum, en sus libretas de versos, menos en sus cuadernos de colegiala. Tampoco, seguramente, es el predilecto de las educadoras de esas educandas.

La poesía de Díaz Casanueva es una poesía de silencio que entra en las bocas que no dicen versos y no están en la “edad de los versos”; porque muchos creen que existe una edad de los versos; para hacerlos, para preferirlos, para que le tintineen en la vida pueril, o para que le ayuden en el inevitable romanticismo que forma parte de la patología del trance amoroso.

Humberto Díaz Casanueva ha dicho de sí mismo: "La poesía es para mí, ante todo, una disciplina". "Comprendo la necesidad de disciplinar la inteligencia".

Goethe, Paul Valery, los grandes poetas intelectuales, cuyas dotes de fantasía brillan con el poder de la reflexión, de la filosofía, del estudio, del enriquecimiento cultural, son de la estirpe de Díaz Casanueva. Es de aquellos cuya intelección, cuyo cerebro, está vigilante de esa electrificación que produce a sus sentidos el contacto con el mundo, la captación poética o la transformación a poesía de un mundo mirado en los momentos relampagueantes del trance poético que ilumina y mueve una mano que escribe.

Humberto Díaz Casanueva es uno de los poetas a quien debemos darle el derecho inalienable de ser hermético, porque es profundo, porque no es aprendiz de hermetismo y porque conoce el ejercicio de la filosofía,

Así como algunos buscan, para mortificar y mortificarse, de los poetas obscuros lo más obscuro, empecemos por buscar lo más claro, que también hay “claridad” en las tinieblas.

Humberto Díaz Casanueva en "El Blasfemo Coronado" (1940), Ediciones Intemperie, tiene un rincón en que se refiere a Chile y dice así;

¿Cómo es mí pueblo que encima de un caballo se precipita hasta el mar?
Sus trigos van saliendo y pasan llorando llenos de lámparas cautivas.

Amo la sabiduría de mi pueblo, crío una cabeza suelta de ídolo, con cebollas del mercado, me alumbran en un pesebre sus brujos, sus supersticiones son el vino de mi corazón.


Yo me cumplo con el misterio para que su semblante estalle un día entre los vivos".

Busquemos ahora algo del lar paterno:

"…también recuerdo a mi padre cuando lavaba un caballo, purificaba una potencia.

Pobre de mí que evoco lo más terrestre, me saco los ojos en mentidas tierras de promisión y me encierro en un cántaro contando los pasos del que viene hacia el pozo".

En su conciliación con los demás hombres,

"Comienzo a descubrir los otros hombres, sus diálogos sublimes, sus terribles estelas...

Siempre hemos de mirarnos como ante un derrumbe, pasarnos la mano por el lomo de profunda debilidad y disponer nuestros hijos para el sueño.

No importa que alguno ahorre monedas del tamaño de huevos pasados, duerme mal, así en cuclillas y arrastra su ventana encendida a las ventas, hay tantos que proceden de diversos modos, a todos les coloco un óbolo bajo la lengua".

En el epílogo del poema, que comprende cinco páginas, se descubre el imperativo del yo:

"Demasiado exigente para vivir, pertenezco a la casta de aquellos hombres con el sombrero en la mano que no hablan, que tratan con un cirio sobre las rápidas aguas, fortalecen su látigo y mantienen su destino jugueteando entre centellas.

Vayan a verme especialmente un sábado, no vivo en una grieta, cuanto de círculo tiene la eternidad rodea mi casa calurosa..."

Y no dejan de asomar a lo largo del poema las diferencias entre su yo y el de los demás, y el ímpetu del espíritu solitario:

"Libradme de gentes tan calmas, de la heredad de artesanos establecidos que hacen los soplos para el fuego del alma, nada quiero y sonrojo los cimientos.

De soñador que era me han hecho remo tallado a la espalda de un dueño;"

*

"Desde ahora y para siempre, como figurilla de barro recalentado pienso, relámpagos miran dentro de mí, conmigo están el primer hombre y también el último hombre, ambos hincados y temblando. Doy voces al mundo que hacia mi avanza de un solo golpe y multiplicado como langosta. todo presente expira, sólo el tiempo ornado de grandes sombras es un revoloteo que enloquece".

"¿Dónde estoy? ¿cómo transcurro? ¿qué costa voy llenando de herrumbre? Como vaso que llenan y derraman una y otra vez, en los desiertos estoy.
¿Quién soy ya tan solitario sentado en tabla llameante sobre el mar, tumbado por el poderío de su propia alma?"

Instilado por un extraño fervor de muerte, como su admirado Rainer Maria Rilke, se expresa así:

"Tiene miedo el hombre al esplendor del abismo, por eso cuando muere se asemeja a una blanca oruga pisada, su débil corazón llama entonces y nadie acude. Has de llamar a tu muerte como al copero que viene con sus dos manos juntas, pero has de ser valiente para beber y posar la cabeza en el brazo que sale de las tinieblas.

Atrévete a ser noche y día, atrévete a ser del cuerpo y busca tu alma aunque no hayas oído su voz sino dentro de ti, atrévete a ser contado por los que trastornan el tiempo puro y no aplaces los pasos del tiempo".

*

"Nada puede hacer el hombre en estos lugares por su poder; en vano quiere rescatarse de los signos que noche a noche paran su alma en medio de la muerte. ¿De qué dulce linaje soy proscrito?, ¿qué álamo blanco sube de mí como un dedo inmenso hacia lo inaccesible?

La casa vertiginosa se eleva por encima de mí, Oh, dominio inhumano, ruta del destierro: ¡De mi corazón sale una lira ardiendo!"

Preocupado de la muerte, termina en este gran poema estando "alegre de ser mortal".

Pero, la auténtica poesía de la muerte, la entrega en 1945. Su poema se titula "Réquiem" y es la muerte de la madre el motivo por el cual ha nacido este canto fúnebre.

Su estructura es la tragedia, y el poeta ha encontrado el ritmo acostumbrado en este motivo de duelo filial. Su actitud es sincera, padeciendo el suceso que tantos hombres han sufrido; la pérdida de la madre; sólo que él, el poeta, se deshace de este sufrimiento, arguyendo un poema de 32 páginas en función de belleza. El motivo, transformado en alta tragedia poética, deja escuchar la experiencia de la vida, la experiencia de un poeta y de un filósofo; no la del hombre que anda por la calle, ciego y sordo, sin estudio ni sensibilidad para esa mezcla sobrenatural que es el poder poético.

Él ha realizado lo divino que lleva dentro de sí, y los espíritus sin divinidad pueden estar sordos a su canto. Pero aquí se pueden recoger fácilmente infinitas bellezas, y se puede adivinar la distancia cuando la madre muere. Y se sabe que el poeta tiene una hija y que vive en un país de nieve (vivía entonces, en 1945, en Canadá).

Escuchemos un poco:

"¡Ay, ya sé por qué me brotan lágrimas! por qué el perro no calla y araña los troncos de la tierra, por qué el enjambre de abejas encierra y todo zumba como un despeñadero y mi ser desolado tiembla como un gajo. Ahora claramente veo a la que duerme. Ay, tan pálida su cara como una nube desgarrada. Ay, madre, allí tendida, es tu mano que están tatuando, son tus besos que están devorando.

¡Ay, madre!, ¿es cierto, entonces?, ¿te has dormido tan profundamente que has despertado más allá de la noche, en la fuente invisible y hambrienta?

Hiéreme memoria de los años perdidos, trechos de légamos yugo de los dioses.

A las columnas del día que nace se enrosca el rosario repasado por muchas manos,
y el monarca en la otra orilla restaña la sangre y todas las cosas quedan como desabrigadas en el frío mortal.

¿Acaso no ven al niño que sale de mí:
llorando, un niño, a la carrera con su capa de llamas?

Yo soy pues yo mismo, jamás del todo crecido y tantos años confinado en esta tierra y contrito todo el tiempo, sujeto par los cabellos sobre el abismo como cualquier hijo de otros hijos.

Pero únicamente hijo de ti, ¡Oh, dormida, cuya túnica, como alzada por la desgracia llega al cielo y flota y se pliega sobre mi pobre cabeza!"

*

CANTO VI

aquí en este país tan lejano, donde la nieve parece el llanto congelado de los sueños.

*

CANTO VIII

Pero si mueres quedas también viviendo
a través de mí como el fruto que una y mil veces
sube al monte y no teme la escarcha
y desaparece consumida y tornas a aparecer rescatada y en tus vaivenes de súbito veo que pasas por los ojos de mi hija.

*

CANTO XII

(Si no te pude decir adiós es porque el adiós no existe entre nosotros)

*

Díaz Casanueva sabe sus leyes, las de su tragedia y las de su poder poético. Las expuso, hasta cierto punto, en una carta pórtico del poema "El Blasfemo Coronado", dirigida a Rosamel del Valle; carta que explica a los dos poetas y a los amigos, entre cuyas aclaraciones se expresa así:

"Andamos Rosamel hace ya muchos años entre el hielo y la angustia"…

"Orgulloso estoy de que siempre hayamos conservado nuestra poesía, salvándola de la pirueta, la musiquilla banal, o la inspiración sin contenido"…

"Mi "Blasfemo Coronado" es un exorcismo, también un pequeño mito del hombre que rechaza la conquista del paraíso perdido para retornar a lo humano profundo. Nostalgia siento ¡ay! tanta como Ud., por realizar mi yo en la comunicación más que en la evasión

“El hombre se compone de puro tiempo, de misterio y de muerte”...

“La voluntad de lo perecedero y lo material acepta en su soledad el blasfemo, como un nuevo signo, no quiere la técnica de ¡a transfiguración y prefiere la tierra al cielo”...

“La doncella y la madura, el lobo y el caballo, la abeja y la llave, los cuerpos y las almas, los muertos y los vecinos no son imágenes sino símbolos, experiencias de quien aloja en los ámbitos secretos de la tierra, lugar de las madres, arca de los dioses futuros sin los cuales no podríamos vivir íntegramente”.

“Apenas oso aclarar estas cosas que en lo inteligible se nublan. Pero bien sabe usted cuánto amo la luz de lo real y mi participación en el drama del hombre sobre la tierra, aunque no sea la varilla mágica sino la espada contra mí mismo, la que me dé la ansiada afirmación”.

Ama la luz de lo real, y apenas osa aclarar estas cosas que en lo inteligible se nublan.

Cómo y cuán profundamente sabe Humberto Díaz Casanueva que el mundo es la visibilidad. Y quiere que su mundo interior se haga evidente como un rostro. En "La Estatua de Sal" (su último libro publicado por Nascimento en 1947), y en el cual también hay un Prefacio explicativo, dibuja otra vez su alma poética en medio de humos espesos y en la página 105 del poema dice así:

"Todo lo mío os muestro con temor y si lo miráis dudando, se desvanece.
Lo que de mí resuena es algo más de lo que yo mismo soy".

En las páginas 14 y 15 pide:

"Aceptad mis ritos
Yo soy otro sueño dentro de vuestro sueño"

En la página 58 explica:

"Si muevo la mano alrededor de mi alma
encuentro una luz ciega,
una zanja llena de hojas escritas"

Como “siervo del tiempo contado”, (según propias palabras insertas en este poema) continúa en la viva preocupación de la muerte

"Bien sabéis que no podré ver a mi muerte
cuando muera, ni temerla ni testimoniarla
Y que la necesidad de morir engendra la certidumbre de vivir,"

Y en la página 113 irrumpe la horrible pregunta; trágica, humana, irremediable:

"¿Y todo lo que hice fue sólo para merecer el morir?"

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www.pepitaturina.cl/analisis/index/html

viernes, 18 de septiembre de 2009

VIVA CHILE MIERDA!




¡VIVA CHILE MIERDA!


Fernando Alegría




Cuando al alba sale el huaso a destapar estrellas
y, mojado de rocío, enciende el fuego en sus espuelas
cuando el caballo colorado salta la barra del mar
y se estremece el lago con una lenta bruma de patos,
cuando cae el recio alerce y en sus ramas cae el cielo:
digo con nostalgia ¡VIVA CHILE MIERDA!



Cuando el buzo ilumina su escafandra
y las ballenas se acercan a mamar en el vientre de las lanchas
cuando cae al fondo del océano la osamenta de la patria
y como vaca muerta la arrastra la ola milenaria
cuando explota el carbón y se enciende la Antártida:
digo, pensativo, ¡VIVA CHILE MIERDA!



Cuando se viene el invierno flotando en el Mapocho
como un muerto atado con alambres, con flores y con tarros
y lo lamen los perros y se aleja embalsamado de gatos
cuando se lleva un niño y otro niño dormidos en su escarcha
y se va revolviendo sus grises ataúdes de saco:
digo enfurecido ¡VIVA CHILE MIERDA!



cuando en noche de luna crece una población callampa
cuando se cae una escuela y se apaga una fábrica
cuando fallece un puerto en el Norte y con arena lo tapan
cuando Santiago se apesta y se oxidan sus blancas plazas
cuando se jubila el vino y las viudas empeñan sus casas:
digo cabeza bajo ¡VIVA CHILE MIERDA!



Me pregunto de repente y asombrado, por qué
diré Viva Chile Mierda y no Mier... mosa Patria?
quizás en mi ignorancia repito el eco de otro eco:
¡Viva! dice el roto con la pepa de oro entre los dedos
¡Chile! dice el viento al verde cielo de los ebrios valles
¡Mierda! responde el sapo a la vieja bruja de Talagante
¿Qué problema tan profundo se esconde en las líneas de mi mano?


¿Es mi país una ilusión que me sigue como la sombra al perro?
¿No hay Viva entre nosotros sin su Mierda, compañeros?
la una para el esclavo, la otra para el encomendero
la una para el que explota salitre, cobre, carbón, ganado
la otra para el que vive su muerte subterránea de minero.
Y como penamos y vivimos en pequeña faja de abismo
frente al vacío alguien gritó la maldición primero.


¿Fue un soldado, herido en la batalla de Rancagua?
¿Fue un marino en Angamos? ¿Un cabo en Cancha Rayada?
¿Fue un huelguista en La Coruña? ¿Un puño cenado en San Gregorio?
¿O un pascuense desangrándose en la noche de sus playas?
¿No cantó el payador su soledad a lo divino
y a lo humano se ahorcó con cuerdas de guitarra?
¿No siguió al Santísimo a caballo y a cuchillás mantuvo al diablo raya?


¡Ah!, qué empresa tan gigante para destino tan menguado.
Entre nieve y mar, con toda el alma, nos damos contra un rumbo ya tapiado,
por consecuencia, en la mañana cuando Dios nos desconoce,
cuando alzado a medianoche nos sacude un terremoto,
cuando el mar saquea nuestras casas y se esconde entre los bosques,
cuando Chile ya no puede estar seguro de sus mapas
y cantamos, como un gallo que ha de picar el sol en pedazos,
digo, con firmeza, ¡VIVA CHILE MIERDA!



Y lo que digo es un grito de combate
oración sin fin, voz de partida, fiero acicate
espuelazo sangriento con las riendas al aire
galopón del potro chileno a través de las edades
es crujido de capas terrestres, anillo de fuego,
vieja ola azul de claros témpanos pujantes.


País - Pájaro, raíz vegetal, rincón donde el mundo se cierra,
quien lo grite no tendrá paz, caerá para seguir adelante.
Y porque de isla en isla, del mar a la cordillera,
de una soledad a otra, como de una estrella a otra estrella,
nos irá aullando en los oídos la sentencia de la tierra:
digo, finalmente, ¡VIVA CHILE MIERDA!


martes, 15 de septiembre de 2009

EDUARDO DÍAZ - In memoriam


CRISÁLIDAS

Paso las últimas tardes con un suspiro
sobre tu boca que es un fantasma evasivo.
Silencioso universo que puebla mi memoria
persiguiéndome de recuerdo en recuerdos,
esperando encontrarte para unir nuestros cuerpos.

¡El adelante es una eternidad!

Como lo es, el escalamiento de Sísifo, absurdo empeño
de tenacidad y fracasos en el condenado
intento por volver de nuevo a lo ya ido.

No se dónde mirar en ese laberinto que muestra
sombras cuando observo una red interminable
y no acudes ese instante de mi locura
que carcela entre mis dedos tus cabellos.

Se van gastando las horas en esos invisibles
destellos del tiempo que fue flores,
labios solícitos, perfume untuoso
derramado en el cuerpo
y un rumor de sedas
despliega la bruma de la semioscuridad.

Mas, no hay fuego que derrita ese hielo,
muro gélido que hace trizas
las calendas de lo que fuimos.

De sus cenizas en pasado no vuelve,
tendremos que abrir nuevos capullos
a las mariposas que, aunque no sea
de efectos semejantes
vuelva al menos tejer de colores
la próxima mañana.



VIAJEROS

Asidos en el último momento a esa nube de polen
cargada de sueños con estrellas aterciopeladas
doradas de azafrán, va este amor nuestro,
frágil de cuerpo, fuerte el metal sólido del espíritu,
que una estampida de flores marcó de perfumes
plenos de vuelos que no cejan de seguir las
bandadas de peregrinas aves incansables
por devorar las distancias que no terminan nunca.

Siempre, estamos saliendo a encontrarnos.



SED Y HUMO
El humo de tu humo humedece las calles
de mi viejo soco poblado de tiendas,
por las astillas de tus cristales
abren sus alas de colores pañuelos de seda
de Igur, el damasco de tu piel
recoge en sus laberintos mis sueños.
Una urdimbre de movimientos abre
los ojos de piedra de un lagarto seco
que esperó toda la vida una gota de agua
hasta que tus manantiales vaciaron su vino.
Sigue, sigue, mi beduina, que respiro en tu tos
el tabaco de soledad y miel
aspirando peligrosamente el centelleo
agotado de mis pulmones.
Eres un trago interminable mi blanca serpiente amada,
mi diosa kunza, mi atacameña sin ser de Atacama,
bebo y bebo en tu kero hundiéndome en las dunas.
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Eduardo Díaz E. (Antofagasta, 15 de septiembre de 1937 - 23 de enero de 2009)
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Es el primer cumpleaños, en ausencia, del poeta, amigo y maestro Eduardo Díaz Espinoza.

Uno cree saber cual es el camino proyectado para si, quizás Eduardo tuvo esa certeza: luchar por sus ideales hasta el borde mismo del abismo, sembrar de poesía los difíciles caminos del hombre, abrir la literatura poética para las nuevas generaciones, como el medio ideal de comunicación de lo que somos, de lo que creemos, de lo que anhelamos y hasta de lo que lloramos.

Hoy muchos lamentamos su ausencia, esa que se escribe cada mañana en que silencian las comunicaciones a que nos tenía acostumbrados. Se que sus discípulos y amigos del Círculo de Artes Manuel Durán Díaz de Antofagasta sienten también la carencia de esas pláticas muy de madrugada, como lo han manifestado en estas horas. Otros extrañamos además, la falta de ese guía, de ese referente, de ese crítico que nos alentó a seguir trabajando nuestros textos, a usar la palabra precisa en pro de un buen poema o de una interesante prosa.

Ya no están en nuestras cajas de correos su dádiva generosa, su regalo, ese saludo cotidiano transformado en poemas, mas, nos queda su legado, su voz en más de alguna cinta, sus manuscritos, su forma de ver la vida, a veces triste, otras, con esa picardía que le era tan propia.

De alguna forma, sin estar físicamente, sigue constituyendo ese pilar fundamental para quienes fuimos sus amigos. Eduardo Díaz, hombre de convicciones, abrió caminos, sembró amistades duraderas en distintas latitudes y ganó un lugar importante en nuestros corazones, se fue sabiéndolo, partió teniendo la certeza de su impronta, de su sello dejado como un regalo en cada uno de quienes tuvimos el honor de su amistad.

En tu cumpleaños poeta, nuestro recuerdo imperecedero.



jueves, 3 de septiembre de 2009

EPISTOLARIO MISTRAL - DANA



Consultamos a destacados escritores e intelectuales de nuestro país. Nadie quedó indiferente ante las reveladoras cartas publicadas en "Artes y Letras".

Maureen Lennon Zaninovic



Ayer, Pedro Pablo Zegers, editor de "Niña errante" (Lumen) -una reveladora correspondencia entre Gabriela Mistral y Doris Dana-, quien fuera su albacea, abrió la puerta a la interpretación.


En una entrevista exclusiva a "Artes y Letras" dijo: "El lector me va a decir no me vengan con cuentos, si esto está claro, pero yo dejo abierta la posibilidad a cualquier especulación; y más que especulación, dejo abierta la puerta a la verdad".



La publicación de parte de estas misivas no dejó indiferentes a los mistralianos. La socióloga Sonia Montecino reconoce que le dio pudor leer las cartas: "Por qué seleccionar del nuevo y enorme legado de Mistral, que custodia la Dibam, las cartas entre ella y Doris Dana? En un contexto chileno anegado de voyerismo y fisgoneo, de goce perverso por los comidillos de la farándula, un libro como éste puede entenderse como parte de una cultura que busca solazarse con lo íntimo".



Cedomil Goic, reconocido teórico de la literatura chilena, prefirió no ahondar demasiado en el contenido de la correspondencia. A su juicio, existen interpretaciones de género, como las que plantea el libro "A Queer Mother for the Nation", de Licia Fiol-Matta. "Hablar del aspecto sexual supone cometer errores en torno a la poeta. La Mistral era una mujer sensible, de afectos sinceros e intensos, pero eso no quiere decir otra cosa".



El poeta Armando Uribe, Premio Nacional de Literatura 2004, confidencia que leyó las cartas "con gran atención e interés. Estamos ante una correspondencia de mucha fuerza literaria y emoción. Me atravería a calificarlas de poesía en prosa. Las misivas, en cuanto a calidad, son muy superiores a las poesías de ella que estaban inéditas. Por otro lado, son muy emocionantes y muestran una relación que podría calificarse de bastante tórrida, pero planteada con dignidad. En ese sentido, tienen valor doble".



Y continúa con su análisis: "Qué se va a caer con estas revelaciones. Lo importante es que se aclaran dudas de una relación que fue más que una amistad. No hay que escandalizarse".



Jaime Quezada, presidente de la Fundación Premio Nobel Gabriela Mistral, explica que "las cartas fueron escritas en sus años postreros, por eso tienen ese tono más intenso. Acá vemos un amor pleno, es una amistad con A mayúscula. Esta obra epistolaria, sin duda, ayudará a desmoronar algunos mitos y fábulas, sobre todo en un universo de país como el nuestro, donde la leyenda nunca dejó en paz a Gabriela. Ahora la poeta queda en su sitio, como quien supo amar a alguien más, sea éste un hombre o una mujer".




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