sábado, 6 de marzo de 2010

A UNA SEMANA DE LA TRAGEDIA CHILENA



A una semana de ocurrida la tragedia del terremoto y posterior maremoto en buena parte del territorio chileno, aún miramos incrédulos la magnitud de lo acontecido. Son miles de millares a los que la naturaleza despojó de todo bien - familia, seres queridos, casas, pueblos y ciudades, hemos vivido situaciones que nunca hubiésemos querido ver: en un momento emergió todo lo bueno y todo lo malo que se anida en los seres humanos.


Hoy, a ocho días del caos, ha vuelto la calma, todo se pone en relativo orden y los chilenos nos ponemos de pie, porque hemos escogido ponernos del lado de los que miran el futuro con fe y esperanza, aunque por dentro tengamos el alma herida por todos quienes sufrieron los rigores de la naturaleza.

En los días precedentes no había podido expresar con claridad mis sentimientos, fue tan grande el impacto de lo sucedido, fueron tantas las horas de ver y no creer, que me ha costado hilar los sentimiento que se anidan en mi corazón. Ni una sola lágrima he podido derramar porque parece que el pecho se me hubiera secado de tanto dolor.

Es hora de recapitular, de reflexionar, y dejar que la serenidad regrese a cada uno de los hogares de mi país, ver la solidaridad, la fuerza y el esfuerzo de jóvenes, de niños, de adultos y ancianos por poner en orden lo que la madre natura desordenó con furia la madrugada del sábado 27 de febrero cuando todo estaba dispuesto, en muchas ciudades, para una fiesta de celebración de fin del verano. Es hora de erguirnos con vitalidad, de sacar lección de este golpe tan grande y de trabajar unidos, con espíritu e integridad para levantar las aldeas y ciudades y la moral de cada uno de nosotros.

Ruego por los que lo perdieron todo, porque tengan algún día el consuelo necesario para superar la pérdida irreparable de sus seres queridos y porque vuelva a brillar esa luz de esperanza que debe acompañar a todo hombre de buena voluntad.

Por último quiero agradecer los correos de tantos amigos extranjeros que han expresado su solidaridad y preocupación por esta servidora y amiga.

Luisa García