viernes, 23 de octubre de 2009

GABRIELA MISTRAL SEGÚN DORIS DANA


En 2005, el cineasta Luis R. Vera conversó con Dana acerca de la poeta, Yin Yin, Chile y la muerte.


Constanza Rojas V.


La primera vez que el cineasta Luis R. Vera se encontró con Doris Dana en Naples, Estados Unidos, no lo dejó acercarse a su casa. Desconfiaba de los chilenos: temía que quisieran quitarle el gran legado que conservaba de Gabriela Mistral. Después de algunas reuniones, accedió a la entrevista. Era 2005, dos años antes de que la albacea, gran amiga y compañera de Mistral muriera.


La conversación era parte de una investigación de Vera para su documental "Gabriela del Elqui, Mistral del mundo", y ahora quiso hacerla pública por completo y en bruto. 75 minutos recopilados en dos días de una Doris Dana que con calma, risa y emoción, se entrega a hablar de Mistral. "Chile todavía le debe una buena porción de cariño a la poeta", dice Vera.

Doris Dana recuerda la primera vez que estuvo con Mistral. "Era poco después de la muerte de Yin Yin, y el semblante de ella era tan trágico que me hizo llorar de ver su dolor... Me impresionó como persona. Había algo dentro de ella, una fuerza espiritual que no he visto en nadie". Y antes, su literatura ya la había cautivado: "Me volví loca con su poesía, y me dije que tenía que aprender español sólo para leerla... Para mí 'Lagar' es lo más importante, porque el sufrimiento estaba más ahí que en 'Desolación'".

Esa fue una cuestión que, según Dana, los chilenos nunca comprendieron. Tampoco así a la misma poeta. "No la conocen porque no vivió allá. Aunque si lo hubiera hecho, tampoco la hubieran entendido", dice Dana. "Tuvo un alma universal, y muchos chilenos no pueden pensar en algo que lo incluya todo, entender que alguien haya sido de la orden de San Francisco y budista". Y no sólo eso. Recuerda que por años Mistral vivió sin aporte estatal, y luego con una pequeña pensión.

"¿Gabriela era parte de su familia?", pregunta Luis R. Vera. Y Doris Dana sonríe al instante: "Claro. Mi mamá adoraba a Gabriela. Ella era tres cosas para mí: mamá, hermana e hija. Cuando cayó en un pozo de tragedia, yo tuve que subirla; a la vez, era como mi mamá, yo era joven, no había viajado, y quién mejor que Gabriela para mostrarme el mundo. Y era hermana, porque gozamos tanto... La gente dice, 'Gabriela debió haber sido muy difícil', yo no conozco a nadie más fácil... Nos divertíamos muchísimo, ella tenía tan buen sentido del humor, imaginación, gozábamos de las mismas cosas, de viajar, ver gente, leer mucho". Y aclara que no fue su secretaria, como suele decirse: "Nunca trabajé para ella".

La muerte

Cuando el cáncer de Mistral está avanzado, el doctor le prohibió viajar. Entonces, Doris Dana pensó que la única forma de mantenerla quieta era en una casa en el campo, lo que ella amaba. Y compró una para cuidarla hasta su último día. "Toda su vida le interesó la muerte, leyó mucho y siempre gozaba. Su médico decía que hubiera sido mejor que muriera antes, pero yo le decía, no, ella siempre quiso vivir su muerte, experimentar lo que es pasar a otra región. Estaba contenta de eso".

"¿Y qué deuda tiene Chile con Mistral?", pregunta Vera. "Gabriela pidió que le llevaran los restos de Yin Yin a Montegrande para que estuvieran al lado de ella", responde. Asunto que ya está resuelto y por el que el mismo documentalista intercedió. "Claro que Yin Yin era hijo de Gabriela", afirma Dana. "¡Cómo voy a mentir sobre esto! Recuerden que en el tiempo de Gabriela era un escándalo si uno tenía un hijo ilegítimo. Siento que Gabriela estaría feliz de que yo, que tengo voz, pueda decirlo".

Fuente: www.emol.com




1 comentario:

Felipe Sérvulo dijo...

Me ha parecido muy interesante. Gracias por compartirlo.