domingo, 27 de noviembre de 2011

Bombal, la película: la juventud salvaje de la autora de La Amortajada



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El filme de Marcelo Ferrari opta por concentrar su historia en pocos días del año 1941.
por Rodrigo González M.

Tenía apenas 30 años y había publicado La última niebla, La amortajada y El árbol. Es decir, las obras por las que sería conocida el resto de su vida.También se había casado con el pintor argentino Jorge Larco, un buen amigo que en realidad era homosexual. Y, a los 29, había intentado contraer matrimonio con el doctor Carlos Magnani, otro argentino, pero que la doblaba en edad: tenía 62 años. Magnani, sin embargo, la engañó y terminó en el altar con una chica de 22.

Mujer de juventud frenética, María Luisa Bombal recuerda un poco a Arthur Rimbaud, el gran poeta francés que creó y vivió todo antes de los 21 años, para pasar los restantes 16 de su vida dedicándose a los más diversos oficios. La autora chilena dejó su huella en la literatura local durante la década del 30, recién llegada de París, entre los 25 y 30 años. En ese período cosechó sus aventuras amorosas más tormentosas y despertó el respeto de Neruda y Borges. Luego, durante cuatro décadas, su existencia fue una larga añoranza por tiempos mejores.

La creativa juventud de María Luisa Bombal (1910-1980), que concluye cuando le dispara a su esquivo amor Eulogio Sánchez Errázuriz, en enero de 1941, es el período que nutre la nueva película de Marcelo Ferrari. El trabajo se llama Bombal y llegará a salas en el primer semestre del 2012, antes de que TVN emita una miniserie de televisión. Pero antes, el filme se estrenará en el Festival de Cine de Valdivia, que va del 11 al 16 de octubre.

"Nos tomamos la libertad de hacer un retrato de María Luisa Bombal en poco tiempo, relatando los días más intensos de su vida. Y eso es porque no existe la intención de hacer una descripción biográfica", explica el director, que firma con Bombal su segunda película, tras Sub terra (2003).

"En rigor, deben ser unos 20 días los que contamos en la vida de Bombal. Todo en 1941. Pero hay algunas licencias que nos tomamos: por ejemplo, su matrimonio con Jorge Larco fue mucho antes que el episodio del disparo a Eulogio Sánchez. Sin embargo, acá los colocamos en forma paralela", dice el realizador.

Mujer de grandes contradicciones, María Luisa Bombal se codeó con las vanguardias literarias de su época y, al mismo tiempo, mantuvo una relación romántica con el mencionado Sánchez, un hombre tan mujeriego como ideológicamente conservador: fundó el movimiento de ultraderecha Milicias Republicanas. Fue protegida de la autora criollista Marta Brunet. En Buenos Aires hizo amistad con Borges, quien calificó a La amortajada como "libro de triste magia, libro de oculta organización eficaz, libro que no olvidará nunca nuestra América".

El interés de Marcelo Ferrari por llevar este personaje al cine tiene que ver, además, con lo que él llama la "intensidad" de la vida de la autora de La última niebla. "Fue capaz de otorgarles una voz erótica a las mujeres. Y lo hizo con atrevimiento y con poesía. Eso es quizás lo que más me interesa al hacer la película", explica Ferrari. "Cuando hablo de ella con los actores, a veces nos referimos a María Luisa como una especie de escritora punk de su época. Ella se mueve en el mundo sólo guiada por sus emociones y se ciega. Su intensidad es tal que a veces pierde la cordura".

De 85 minutos de duración, Bombal es protagonizadapor Blanca Lewin, en el rol de María Luisa Bombal; Marcelo Alonso, como Eulogio Sánchez, y Alejandro Goic, en el papel de Jorge Larco. También contribuyen Montserrat Prats, como una prima y confidente de la autora de El árbol, y María José Prieto, en el carácter de Clara, la mujer con que finalmente se queda Sánchez.

En el trailer de la cinta saltan a primera vista dos aspectos: el desenfado con que la escritora tenía relaciones sexuales y su clara dependencia del alcohol. "Hacia el final de su vida, el alcoholismo la marcó y todo fue muy triste. Se quedaba dormida en lugares públicos, Nosotros lo que hacemos en la cinta es dar pistas de esta inminente enfermedad", dice el realizador. "Además, la mostramos disfrutando su sexualidad, sin complejos, como realmente era ella. No es exhibir el erotismo con ánimo morboso, sino que colocarlo en la dimensión que María Luisa le daba. Y, bueno, hay que decir que eso también fue lo que fascinó a hombres como Eulogio Sánchez", explica.

El amor indomable que Bombal sintió hacia el aviador Sánchez es la carne de varias de las escenas más gráficas de la película, incluyendo su intento de suicidio y, por supuesto, aquellos tres disparos de antología que el 21 de enero de 1941 buscaron liquidar la vida de éste. El episodio fue en las afueras del Hotel Crillón, y aunque no le costó la existencia a Sánchez, sí significó para la escritora la decisión de partir a Estados Unidos. Ahí pasaría 30 años.

En los 70 estuvo a punto de ganar tres veces el Premio Nacional de Literatura, pero los galardones fueron a parar a ilustres desconocidos. Sin embargo, hace mucho tiempo que ya nada importaba demasiado. En 1956, Sánchez murió en un accidente aéreo. Bombal viviría el resto de su vida "atacada por la melancolía", lejos de los estremecedores días de su juventud.


María Luisa Bombal - La última niebla


por Ignacio Valente

Es un gozo ver cómo se reeditan y leen y releen las obras de María Luisa Bombal. Editorial Andrés Bello publica, ahora en un pequeño volumen de 100 páginas, La última niebla, seguida de tres relatos: "El árbol", "Las islas nuevas" y "Lo secreto". Estos tres cuentos, por su calidad, merecen comentario aparte. A la novela, que data de 1935, parece no haberle pasado el tiempo, como a los clásicos. En este casi medio siglo se han sucedido las generaciones literarias, se han innovado los procedimientos, ha cambiado el mundo. Ya no se escribe así, qué duda cabe: no son los ángeles del sueño ni los fantasmas del corazón femenino los que tienen la palabra, sino otros dioses -con frecuencia diosecillos- de la tierra. Y, sin embargo, en este lapso nos cuesta encontrar una novela chilena que pueda trascender así su tiempo y su lugar, revelando una experiencia tan universal -el amor, como siempre en la autora- bajo el sortilegio de un lenguaje narrativo y poético tan perdurable.

La última niebla es el relato de una frustración y un delirio femeninos, narrado en primera persona por una mujer sedienta de entrega, que teje con las dos hebras mágicas de la realidad y el sueño la trama de un romance absoluto. El amor nacido de un encuentro fortuito y casi irreal, se proyecta sin límites sobre un mundo de enamorada alucinación. La mujer vive de un recuerdo y quizá de un puro sueño, más reales, sin embargo, que el rutinario presente de su existencia actual. El amante perdido y tal vez inexistente, tiene aspiraciones fugaces en medio de la niebla, rodeado siempre de un halo luminoso y evanescente: viene a llevársela desvanecida, una tarde de viento; cruza el camino, junto al estanque donde ella se baña, en un carruaje cerrado; viene y se esfuma, en apariciones de consistencia onírica, de las cuales ella misma terminará por dudar. Resulta inútil separar los hechos positivos y las ilusiones delirantes de este amor, pues la novela ocurre entera dentro de la conciencia, una conciencia femenina desgarrada que jamás se instituye en norma objetiva o exterior de la verdad: la verdad es este amor aunque este amor no fuera verdad.

Nos maravilla el desdén que M. L. Bombal se permite hacia lo exterior, descriptivo, pintoresco, explicativo. No hay aquí referencias, antecedentes, introducciones: las personas y cosas de este mundo -la casa de campo, el marido, una muchacha muerta, los parientes, en las primeras páginas- aparecen reveladas de modo instantáneo en la situación misma, en el presente de la conciencia que los siente y sueña, a golpes de emoción. Estamos tan lejos del naturalismo como de la novela psicológica: la poesía -un lirismo impresionista- tiene la palabra. Los procesos del amor, que exigirían largas y doctas explicaciones a la psiquiatría, la fenomenología o el análisis existencial, son iluminados de golpe por la intuición poética, que tan bien sabe la autora desplegar en forma narrativa.

De allí la densidad de esta breve novela. No sobra un adjetivo. Su velocidad está hecha de pura síntesis; sus cambios de tiempo no son los trucos formales que prodiga tanta novela actual, sino los saltos naturales de la conciencia. El tiempo de este relato posee la asombrosa discontinuidad del transcurso interior, de la duración vital, la durée de Bergson. Hay morosidades y prisas, pero ellas no nos hacen pensar en virtuosismos formales, sino en el ritmo natural de la vivencia. En general, no se percibe artificio o esfuerzo técnico en esta prosa; su esencia poética lo vivifica todo con un ánima encantada que exime de todo aparente trabajo formal.

La continua presencia de la naturaleza en el relato es siempre antropomórfica. La lluvia, el paisaje del campo, el vendaval, el otoño, participan expresivamente de la misma respiración interna del alma, la prolongan y revelan. Esta Einfuhlung, proyección afectiva sobre lo inanimado, se hace más intensa en torno al elemento central de la naturaleza y del espíritu: la niebla. La niebla es el poder brumoso que confunde las regiones del ensueño y de la realidad; de allí su presencia continua sobre las casas, calles y campos, presencia que confiere una soledad sorda y a la vez un recogimiento íntimo y femenino a las situaciones. Pero la niebla es también la fuerza ciega de lo hostil y resistente, que contraría la luminosidad de los designios humanos, sobre todo de los designios amorosos.

Un relato como éste no podría ser narrado sino en primera persona. Aunque su esencia poética esta bien diluida en el transcurso narrativo, apenas hay, sin embargo, construcción objetiva de personajes y argumentos: prima siempre el flujo interior de la conciencia, que va revelando la secreta identidad de personas y cosas al ritmo de la emoción. Las imágenes líricas, a su vez, no son nunca construcciones formales a partir de elementos inmóviles o abstractos o pensados: son imágenes primarias, silvestres, dinámicas, en estado natural. Son imágenes que amaría un Gastón Bachelard: móviles, prístinas, capaces de irradiación. El lenguaje, por su parte, está invadido de profundos ritmos, asociaciones subliminales, parentescos lingüísticos, y de un sentido musical espontáneo que aligera esta excelente prosa narrativa. Muchas veces me he quejado yo de otras prosas "contaminadas" de poesía, poeticoides, imprecisas; la de M. L. Bombal, en cambio, está vivificada por la poesía, sin perder un ápice de su índole narrativa.

La revelación central de esta novela es la esencia de la femineidad en torno al fenómeno del amor: esencia que se manifiesta con una pureza y concentración que a menudo no consiguen los tratados más clásicos sobre el tema. El misterio femenino, su fisiognómica -expresión corporal del enigma de la mujer en sus formas y gestos-, sus ánimos tornadizos, su confusión íntima, su emotividad como centro de la persona, se nos revelan espléndidamente en este sueño enamorado. Ninguna mujer real coincide con la femineidad pura; todas tienen un algo viril. Nuestro personaje, en cambio, es la femineidad. De allí su carácter trágico, su amor imposible, su fracaso. Y también su belleza irreal.


martes, 8 de noviembre de 2011

Invitación Recital Poético Taller Literario Gredazul


Están todos invitados a  disfrutar de buena poesía este
miércoles 16 de noviembre a las 19:00 horas.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Presentación libro póstumo del poeta Eduardo Díaz Espinoza



En la Sala Camilo Mori de la Feria Internacional del Libro de Santigo, este viernes 4 de noviembre a las 17:00 horas será presentado el libro "IDENTIDAD CULTURAL DE LA II REGIÓN A TRAVÉS DE SUS CREADORES LITERARIOS EN EL BICENTENARIO" del nortino poeta e investigador Eduardo Díaz Espinoza.

Obra inédita e investigativa  que el escritor antofagastino preparó con rigurosidad los años previos a su muerte. En sus meses finales intentó concretar la edición de este estudio pero la muerte lo sorprendió en estos menesteres.  Sus colaboradores más cercanos dieron término a esta edición que se presentará mañana viernes en la FILSA.

Luisa García