domingo, 28 de agosto de 2011

Canto del macho anciano - Pablo de Rokha


Pablo de Rokha

Canto del macho anciano

Sentado a la sombra inmortal de un sepulcro,


o enarbolando el gran anillo matrimonial herido a la manera de palomas

............... que se deshojan como congojas,

escarbo los últimos atardeceres.

Como quien arroja un libro de botellas tristes a la Mar-Océano

o una enorme piedra de humo echando sin embargo espanto a los acantilados

............... de la historia

o acaso un pájaro muerto que gotea llanto,

voy lanzando los peñascos inexorables del pretérito

contra la muralla negra.

Y como ya todo es inútil,

como los candados del infinito crujen en goznes mohosos,

su actitud llena la tierra de lamentos.

Escucho el regimiento de esqueletos del gran crepúsculo,

del gran crepúsculo cardíaco o demoníaco, maníaco de los enfurecidos ancianos,

la trompeta acusatoria de la desgracia acumulada,

el arriarse descomunal de todas las banderas, el ámbito terriblemente pálido

de los fusilamientos, la angustia

del soldado que agoniza entre tizanas y frazadas, a quinientas leguas abiertas

del campo de batalla, y sollozo como un pabellón antiguo.

Hay lágrimas de hierro amontonadas, pero

por adentro del invierno se levanta el hongo infernal del cataclismo personal,

............... y catástrofes de ciudades

que murieron y son polvo remoto, aúllan.

Ha llegado la hora vestida de pánico

en la cual todas las vidas carecen de sentido, carecen de destino, carecen de

estilo y de espada,

carecen de dirección, de voz, carecen

de todo lo rojo y terrible de las empresas o las epopeyas o las vivencias ecuménicas,

que justificarán la existencia como peligro y como suicidio; un mito enorme,

equivocado, rupestre, de rumiante

fue el existir; y restan las chaquetas solas del ágape inexorable, las risas caídas

y el arrepentimiento invernal de los excesos,

en aquel entonces antiquísimo con rasgos de santo y de demonio,

cuando yo era hermoso como un toro negro y tenía las mujeres que quería

y un revólver de hombre a la cintura.



Fallan las glándulas

y el varón genital intimidado por el yo rabioso, se recoge a la medida del abatimiento

............... o atardeciendo

araña la perdida felicidad en los escombros;

el amor nos agarró y nos estrujó como a limones desesperados;

yo ando lamiendo su ternura,

pero ella se diluye en la eternidad, se confunde en la eternidad, se destruye en

............... la eternidad y aunque existo porque batallo y 'mi poesia es mi

............... militancia',

todo lo eterno me rodea amenazándome y gritando desde la otra orilla.

Busco los musgos, las cosas usadas y estupefactas,

lo postpretérito y difícil, arado de pasado e infinitamente de olvido, polvoso

y mohoso como las panoplias de antaño, como las familias de antaño

                como las monedas de antaño,

con el resplandor de los ataúdes enfurecidos,

el gigante relincho de los sombreros muertos, o aquello únicamente aquello

que se está cayendo en las formas,

el yo público, la figura atronadora del ser

que se ahoga contradiciéndose.



Ahora la hembra domina, envenenada,

y el vino se burla de nosotros como un cómplice de nosotros, emborrachándonos,

...............cuando nos llevamos la copa a la boca dolorosa,

acorralándonos y aculatándonos contra nosotros mismos como mitos.



Estamos muy cansados de escribir universos sobre universos

y la inmortalidad que otrora tanto amaba el corazón adolescente, se arrastra

como una pobre puta envejeciendo;

sabemos que podemos escalar todas las montañas de la literatura como en la

                    juventud heroica, que nos aguanta el ánimo

el coraje suicida de los temerarios, y sin embargo yo,

definitivamente viudo, definitivamente solo, definitivamente viejo, y apuñalado

de padecimientos,

ejecutando la hazaña desesperada de sobrepujarme,

el autorretrato de todo lo heroico de la sociedad y la naturaleza me abruma;

¿qué les sucede a los ancianos con su propia ex-combatiente sombra?

se confunden con ella ardiendo y son fuego rugiendo sueño de sombra hecho de sombra,

lo sombrío definitivo y un ataúd que anda llorando sombra contra sombra.

Viviendo del recuerdo, amamantándome

del recuerdo, el recuerdo me envuelve y al retornar a la gran soledad de la adolescencia,

padre y abuelo, padre de innumerables familias,

rasguño los rescoldos, y la ceniza helada agranda la desesperación

en la que todos están muertos entre muertos,

y la más amada de las mujeres, retumba en la tumba de truenos y héroes

labrada con palancas universales o como bramando.

¿En qué bosques de fusiles nos esconderemos de aquestos pellejos ardiendo?

porque es terrible el seguirse a sí mismo cuando lo hicimos todo, lo quisimos

                todo, lo pudimos todo y se nos quebraron las manos,

las manos y los dientes mordiendo hierro con fuego;

y ahora como se desciende terriblemente de lo cuotidiano a lo infinito, ataúd por ataúd,

desbarrancándonos como peñascos o como caballos mundo abajo,

vamos con extraños, paso a paso y tranco a tranco midiendo el derrumbamiento general,

calculándolo, a la sordina,

y de ahí entonces la prudencia que es la derrota de la ancianidad;

vacías restan las botellas,

gastados los zapatos y desaparecidos los amigos más queridos, nuestro viejo tiempo, la época

y tu, Winétt, colosal e inexorable.

Todas las cosas van siguiendo mis pisadas, ladrando desesperadamente,

como un acompañamiento fúnebre, mordiendo el siniestro funeral del mundo,

............. como el entierro nacional

de las edades, y yo voy muerto andando.

Infinitamente cansado, desengañado, errado,

con la sensación categórica de haberme equivocado en lo ejecutado o desperdiciado

              o abandonado o atropellado al avatar del destino

en la inutilidad de existir y su gran carrera despedazada;

comprendo y admiro a los líderes,

pero soy el coordinador de la angustia del universo, el suicida que apostó su destino

                a la baraja

de la expresionalidad y lo ganó perdiendo el derecho a perderlo,

el hombre que rompe su época y arrasándola, le da categoría y régimen,

pero queda hecho pedazos y a la expectativa;

rompiente de jubilaciones, ariete y símbolo de piedra,

anhelo ya la antigua plaza de provincia

y la discusión con los pájaros, el vagabundaje y la retreta apolillada en los extramuros.

Está lloviendo, está lloviendo, está lloviendo,

¡ojalá siempre esté lloviendo, esté lloviendo siempre y el vendaval desenfrenado

              que yo soy íntegro, se asocie

a la personalidad popular del huracán!

A la manera de la estación de ferrocarriles,

mi situación está poblada de adioses y de ausencia, una gran lágrima enfurecida

derrama tiempo con sueño y águilas tristes;

cae la tarde en la literatura y no hicimos lo que pudimos,

cuando hicimos lo que quisimos con nuestro pellejo.

El aventurero de los océanos deshabitados,

el descubridor, el conquistador, el gobernador de naciones y el fundador de

..............ciudades tentaculares,

como un gran capitán frustrado,

rememorando lo soñado como errado y vil o trocando en el escarnio celestial del vocabulario

espadas por poemas, entregó la cuchilla rota del canto

al soñador que arrastraría adentro del pecho universal muerto, el cadáver de

             un conductor de pueblos,

con su bastón de mariscal tronchado y echando llamas.



Canto del macho anciano -  1961

Pablo de Rokha
Chile 17 de octubre de 1894 - 10 de septiembre de 1968


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