domingo, 27 de diciembre de 2009

INVITACION A RITO FUNERARIO

Puede haber sido el 2005, no estoy segura. Recibí una "invitación" a un funeral. Estando el poeta Eduardo Díaz en Santiago me llama para acudir a una ceremonia funeraria en la Sociedad de Escritores de Chile. Me pareció curioso el convite, pero como se trataba de rendir homenaje a un poeta, acepté y raudamente partí a la SECh.


El día había sido largo, regado y cansador me dijo Eduardo. Un número indeterminado de escritores había llegado al Cementerio General a retirar los restos del poeta Rolando Cárdenas fallecido en 1990, de allí se habían traslado junto al finado hacia el centro de Santiago al Bar Unión Chica (lugar de reuniones de la bohemia, poetas y escritores) para almorzar, una vez terminado el almuerzo se dirigen a la estación del metro para enfilar hacia a la Sociedad de Escritores de Chile donde se llevaría a cabo el homenaje antes de su viaje a Punta Arenas su ciudad natal.

Sobre una mesa y con un decorado especialmente sobrio, una especie de poste en fierro forjado de donde colgaba una hermosa lamparita que iluminaba la mesa, estaba la ánfora que contenía los restos del poeta magallánico Rolando Cárdenas. Mientras comenzaba la ceremonia de homenaje me dediqué a observar el ambiente entre los literatos, escritores y poetas; no era precisamente de pesar, como se estila en estas ocasiones, más bien se percibían un tanto festivos y conversadores. Al rato comienzan los homenajes con sentidas palabras por parte de un familiar del poeta, siguen otros compañeros de letras saliendo al estrado, cada uno comienza a contar parte de las experiencias que compartieron con él, recuerdos, anécdotas, declamaciones, virtudes del finado, en fin, fueron muchos de distintas filiales de la Sociedad de Escritores los que lo homenajearon.

El calor se hacia sentir en la Sala de la Sech, las gargantas estaban secas, y pronto, como se estila allí, hicieron su aparición las bandejas con incontables copas de vino, para brindar por el poeta que al día siguiente partiría en viaje a la ciudad de Punta Arenas a su lugar definitivo; esta misión de traslado la llevaría a cabo, entre otros, el escritor Dinko Pavlov, presidente de la Filial Sech de la austral ciudad, que había viajado especialmente para encargarse del magno trámite.

Bien sabido es que el vino tiene poderes especiales. Después de algunos brindis, alguien le pide al poeta Pavlov que -con su enorme vozarrón- entone una canción en homenaje al finado. Se levanta Dinko y comienza a cantar “Corazón de escarcha” un conocido tema de las tierras del sur, para que decir el coro que se armó, era digno de una catedral, todos con las copas en alto cantábamos a voz en cuello:

Corazón de escarcha se fue de la estancia,

fría la mirada, frío el corazón;

toda la peonada sintió al ovejero,

al que más quería la hija del patrón.

Niña tan bonita como las estrellas,

sólo en los jardines se pudo encontrar;

sus antepasados, los viejos loberos,

mecieron su cuna, la luna y el mar.

Sólo por quererla, sólo por mirarla,

lo echó una mañana furioso el patrón;

un pobre ovejero, ¿cómo iba a fijarse

en hija tan linda un mísero peón? ….

Así siguieron otras canciones y otros brindis. No supe a que hora terminaron los homenajes porque a una hora prudente me retiré del rito poético-funerario. Sólo supe que al día siguiente a una hora temprana partirían al aeropuerto para embarcar hacia Punta Arenas porque allí continuarían otros homenajes oficiales.

Así lo viví y así se los cuento.









POEMAS DE ROLANDO CÁRDENAS (1933-1990)




Los poetas Alvaro Ruiz y Rolando
Cárdenas. Bar Unión Chica, 1989.
Foto de Leonora Vicuña Navarro.

 
 
 

EN SUMA; TODO ES REGRESO

En el océano de esas noches

me detuve con mis signos, dispersándome

de aquellas colinas que han dejado de ser

(ahora deben estar pobladas de tejados rojos),

de la nieve sobre la soledad de los domingos,

de esa agua helada que nos ha rodeado siempre

y del fuego, que nos separaba del invierno.



Un tiempo definitivamente transcurrido y olvidado

por esa decisión

de esconderse cerca de este otro lado del mar.



Ahora era tu voz grave

como madera resonando levemente tocada,

tenazmente alejados de lo que no fuera ese secreto,

dispuestos a dejar atrás lo que nos había afrentado,

a rehacerlo todo en esa casa perdida bajo el cielo

en una alianza de pronto despertada.



El silencio también era un silencio lleno de voces

que con el sueño llegaba

copado con los sonidos ocultos de la noche y la tierra.



Sin duda eras un horizonte ausente

blanca y dormida,

la que no me oye en su humedad salobre

pero en un gesto repentino me acerca,

más que la espuma preparándose desde lejos

distante de tus ojos obscurecidos por la tarde.



Eras mucho más que el frío aire de la madrugada

que nunca logró penetrar en ese pequeño escondite cerca del mar.



EL RECUERDO INCONCLUSO, KNEF AUSENTE



No hay otra manera de reconocer los hechos

Que situándose lejos,

-como desde mi casa-

tal vez apenas suponer algo

o aferrarse casi con desesperación

a ese modo inquietante y diabólico

de detener la tarde.



Exactamente igual te detuviste ante mí,

morenamente agresiva

con tu ternura y tus palabras llenas de frío

a pesar del sol

que no retuvo sus llamas.



BUSQUEDA



A veces es bueno abandonarse al propio olvido

como si el saber sonreír

fuera más fácil que morder una fruta.

Ir por las calles perfectamente solo,

sin más compañía que nuestra cotidiana tristeza y nuestros pasos,

amando una vez más la sencillez del aire

de la manera como se recuerda la infancia,

o ese otro tiempo pulverizado

cuando se buscaban las primeras estrellas en las charcas.

Es bueno sentarse entre amigos y vasos

a observar como todos abandonan algo suyo

en la música que los impulsa y transforma en seres sin huesos,

mientras la noche trepa por los muros

buscando también dónde esconder su espera,

y después salir hacia el alba

con un poco más para alimentar futuras soledades.

Es bueno comprender que estamos hechos de recuerdos,

un poco de tiempo que crece sin escucharnos

y de muchas cosas que no comprendemos.

A veces es bueno detenerse a contemplar la hoja que cae

cuando la palabra primavera

no es lo que nosotros quisiéramos que sea.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tal como te decía en Comuniquémonos.. me parece que quizás la muerte de los emprenden el viaje, deberíamos tomarla como lo que es ..una partida anticipada a la nuestra, llorar menos..

Los artistas tienen esas sensibilidades especiales que se manifiestan ya lo ves... hasta en los momentos de congoja.

Saludos.

Nelly.

Luisa García dijo...

Olvidé escribir que por cierto la primera copa de vino fue puesta al lado de la ánfora en la Sech, lo mismo había acontecido en la mesa del bar Unión Chica.

Luisa García dijo...

... este recuerdo lo redacté en conmemoración del día del Escritor hoy 28 de diciembre. Felicidades a todos y que su producción literaria sea cada día mejor.