domingo, 24 de mayo de 2015

LLAMAS DE UN MISMO FUEGO - Tulio Mendoza Belio




Tulio Mendoza Belio
Palabra previa (fragmentos)

"No sé cómo se me fue imponiendo, en los últimos meses, casi misteriosamente, la clásica forma del soneto. Para repetir un lugar común (aunque no sea del todo cierto): la prueba de fuego que debe sortear todo verdadero poeta."

"Pero, en los últimos meses, reitero, los sonetos me brotaban con increíble facilidad, como si hubiera una disposición anímica predeterminada a recibirlos y yo tuviera tan sólo que llevarlos al papel o más bien a la hoja virtual del notebook."




SONETO DEL MILAGRO
                                           (Al poeta Roberto Juarroz)

Eres siempre un milagro que trasunta
de lo insólito real e imprevisto,
que no teme lo que ve, lo que ha visto,
ni pretende respuesta ni pregunta.

Se ilumina la vida, se prepara,
abierta, disponible y entregada,
donde el silencio ya es voz escuchada,
y el ciego ve y la muerte se repara.

En cualquier momento todo es posible,
no hay un tú ni un yo ni un algo, sucede
lo que nos pasa sin saber que pasa

todo el tiempo, un aletear que puede
hacer de aquella nada un todo audible,
una forma del arte que traspasa.



EN TU AUSENCIA TRISTEMENTE ME ADENTRO

Sólo una sombra, una sombra a mi lado,
anudada en un silencio feroz,
aciago recuerdo que como un dado
sobre mi suerte tira otro peor.

Ahora nada será como entonces
cuando entonces eras tú junto a mí,
la puerta ha sellado su ojo de bronce
y la noche llueve frío sin ti.

Y en tu ausencia tristemente me adentro
en un país borroso, solo y gris,
hay un agua de sal en ese centro,

hoja de navaja, hoja de marfil
para siempre sombra fiel de un espectro
que no ve tu rostro, que no es feliz.


SONETO DE TODOS LOS ENCUENTROS

Esa fuente en la que bebes de noche
como un devoto en un altar de carne,
esa puerta ya desnuda se te abre
al roce de tu lengua de trasnoche.

Y tiembla es caverna humedecida
en su yodo, sus algas, sus vaivenes,
mientras con fuerza y ternura sostienes
toda la barca en su delirio herida.

Te place el estertor frente a los ojos
que cierras para escuchar los adentros
de otro mundo, ese bosque tembloroso

que te embiste con todos sus cerrojos.
Y crece tu llave, dedo aceitoso,
en la guerra de todos los encuentros.


Llamas de un mismo fuego (Sonetos). Ediciones Etcétera, Concepción, Chile - 2011


No hay comentarios: